“Mi aventura de ser docente”
Es un gusto compartir con ustedes mi percepción de mi práctica docente:
Afortunadamente imparto inglés, una materia que me permite ser muy creativa en cuanto a estrategias, técnicas, dinámicas, etc. Se me permite utilizar mucho material atractivo para los jóvenes, como son canciones de moda, películas, revistas, páginas de internet, entre otras cosas, por lo que las clases se tornan divertidas, tanto para los alumnos como para mi.
Pero bueno, no siempre fue así. Cuando me inicié, por allá del 95, sin ninguna experiencia previa como docente, quise enseñar inglés de la forma en que yo había aprendido, y bueno, funcionaba bien con algunos muchachos, pero en el fondo sabía que solo estaba cumpliendo con una encomienda, pero no sentía ningún tipo de pasión por lo que hacía, ni por los alumnos que atendía.
Hoy la cosa es diferente, amo mi trabajo con pasión y estoy enamorada completa y definitivamente de mis alumnos. Me encanta preparar material para llevarles, como sopas de letras, crucigramas, presentaciones de PowerPoint, etc., que uso para las actividades de inicio o de cierre de mis secuencias didácticas.
Ahora, si analizo mi experiencia docente en el posgrado, pues son alumnos muy diferentes a los del CBTis, son adultos comprometidos con su educación y con una motivación intrínseca, que no van a clases "casi obligados" por sus papás! Eso me permite poner más atención a otros detalles, pero he encontrado que los adultos disfrutan tanto o más las dinámicas que utilizo con los chicos del bachillerato.
Estoy segura que más adelante tendremos la oportunidad de platicar más acerca de lo que hacemos y como lo hacemos.
Saludos
Martha Z.
“MI CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA”
“Enseñando aprendemos” (Séneca)
A los siete años llegué por primera vez a la escuela en donde trabajo. Fui acompañando a mi mamá, en 1977, que era maestra en esa escuela. Creo que desde ese momento nació mi cariño y respeto hacia la profesión y en especial hacia esa institución.
Mi primera experiencia en la docencia, de manera extraoficial, fue cuando estudiaba el 3er año de la prepa. Acababa de regresar de Inglaterra, donde estuve estudiando inglés y pensé en hacer algo de dinero dando clases de inglés en una primaria de la ciudad, cubrí una licencia de 3 meses y disfruté mucho el convivir con los niños, que eran chiquitines de 5to grado.
De ahí, no volvió a pasar por mi mente el dedicarme a la docencia. Terminé mi carrera, Lic. En Administración de Empresas, en Mérida, y regresé a Villahermosa a trabajar en el sector privado, como gerente en una empresa mayorista de computo.
Mi mamá (que por esos entonces se había “animado” a tener otro hijo”) me pidió que la supliera durante 3 meses en su licencia maternal, dando clases de derecho laboral, relaciones humanas y derecho fiscal en el CBTis, y en base a engaños me convenció y me lanzó a los leones, ¡sin ningún tipo de curso introductorio a la docencia!
A mediados de la licencia me ofrecieron unas horas de inglés (porque alguien se acordó que yo había vivido en Inglaterra) y acepté. Así comencé esta bella profesión, aunque en muchas ocasiones me sentí desesperada y con ganas de salir corriendo y no volver.
Recuerdo, y permítanme que les cuente esta anécdota, que cuando iba a comenzar a cubrir la licencia, había ido a Mérida a recoger unos papeles a la Universidad y de regreso viajé junto a un señor con el que platiqué mucho de mis inquietudes y temores ante el reto de dar clases, y el me animó para que aceptara. Recuerdo que le dije que el miedo más grande que tenía era que me sentía muy joven y para nada era un buen ejemplo para mis alumnos (en ese entonces fumaba mucho y me gustaba salir de fiesta), y creía (y todavía creo) que un maestro debe ser un modelo de conducta a seguir. No les hago largo el cuento que cuando fui al día siguiente a aceptar el trabajo, resultó que ese señor era el nuevo director de mi escuela y cuando llegué me dijo: “ya le estaba esperando, bienvenida”.
Creo que la satisfacción más grande que siento es cuando llego a algún hospital o empresa y me atiende algún ex alumno, que me saluda con cariño y recuerda detalles de mis clases y mis comentarios personales. En cuanto a insatisfacciones, bueno, yo creo que como muchos compañeros, quisiera que mi cheque quincenal estuviera más “gordito”, pero de ahí en fuera creo que todo lo que viene de los jóvenes es muy valioso y positivo. Te recargan las pilas cuando andas bajo de energía, te hacen reír cuando andas triste o enojado, te recuerdan que eres joven de corazón cuando te sientes “adulto”.
El trabajar con los jóvenes ha sido una fuente de inspiración para seguir capacitándome y estar al día en los aconteceres de la vida. Tuve que empezar a ver programas juveniles y escuchar sus canciones para usarlos como referencias en mis clases y hacerlas significativas para ellos.
Reconozco que durante muchos años el dar clases era mi hobbie, un pasatiempo. Fue hasta hace casi 6 años que nació mi hijo, que reconsideré mi profesión de docente y decidí dedicarme de tiempo completo a la escuela. Siempre he creído que cuando te decides a hacer algo, debes prepararte para hacerlo lo mejor posible, por eso comencé a estudiar y prepararme para ser mejor maestro. Tomé un Máster en Educación y luego la Maestría en Ciencias de la Educación y asistí a todos los cursos que nos daban en el CBTis.
Es muy grande el compromiso y la responsabilidad que tenemos los maestros del nivel medio superior, porque no es suficiente el conocer nuestras asignaturas, también debemos estudiar metodología, didáctica, tecnología educativa, orientación educativa, entre otras cosas necesarias para poder desempeñar nuestra labor.
Nuestros alumnos se encuentran en una edad muy difícil, en la que deben tomar decisiones muy importantes sobre su futuro y nosotros tenemos que estar ahí para poder orientarlos hacia lo que sea mejor para ellos. Creo que de muchos de nosotros depende que un joven se dedique al estudio y el trabajo, o se tiré a los vicios y al delito.
Quiero terminar con las palabras de José Martí: “Todo hombre al venir a la tierra tiene el derecho a que se le eduque y en pago el deber de contribuir a la educación de los demás”, sigamos entonces compañeros, cumpliendo con nuestro deber.
Saludos
Martha Z.
Es un gusto compartir con ustedes mi percepción de mi práctica docente:
Afortunadamente imparto inglés, una materia que me permite ser muy creativa en cuanto a estrategias, técnicas, dinámicas, etc. Se me permite utilizar mucho material atractivo para los jóvenes, como son canciones de moda, películas, revistas, páginas de internet, entre otras cosas, por lo que las clases se tornan divertidas, tanto para los alumnos como para mi.
Pero bueno, no siempre fue así. Cuando me inicié, por allá del 95, sin ninguna experiencia previa como docente, quise enseñar inglés de la forma en que yo había aprendido, y bueno, funcionaba bien con algunos muchachos, pero en el fondo sabía que solo estaba cumpliendo con una encomienda, pero no sentía ningún tipo de pasión por lo que hacía, ni por los alumnos que atendía.
Hoy la cosa es diferente, amo mi trabajo con pasión y estoy enamorada completa y definitivamente de mis alumnos. Me encanta preparar material para llevarles, como sopas de letras, crucigramas, presentaciones de PowerPoint, etc., que uso para las actividades de inicio o de cierre de mis secuencias didácticas.
Ahora, si analizo mi experiencia docente en el posgrado, pues son alumnos muy diferentes a los del CBTis, son adultos comprometidos con su educación y con una motivación intrínseca, que no van a clases "casi obligados" por sus papás! Eso me permite poner más atención a otros detalles, pero he encontrado que los adultos disfrutan tanto o más las dinámicas que utilizo con los chicos del bachillerato.
Estoy segura que más adelante tendremos la oportunidad de platicar más acerca de lo que hacemos y como lo hacemos.
Saludos
Martha Z.
“MI CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA”
“Enseñando aprendemos” (Séneca)
A los siete años llegué por primera vez a la escuela en donde trabajo. Fui acompañando a mi mamá, en 1977, que era maestra en esa escuela. Creo que desde ese momento nació mi cariño y respeto hacia la profesión y en especial hacia esa institución.
Mi primera experiencia en la docencia, de manera extraoficial, fue cuando estudiaba el 3er año de la prepa. Acababa de regresar de Inglaterra, donde estuve estudiando inglés y pensé en hacer algo de dinero dando clases de inglés en una primaria de la ciudad, cubrí una licencia de 3 meses y disfruté mucho el convivir con los niños, que eran chiquitines de 5to grado.
De ahí, no volvió a pasar por mi mente el dedicarme a la docencia. Terminé mi carrera, Lic. En Administración de Empresas, en Mérida, y regresé a Villahermosa a trabajar en el sector privado, como gerente en una empresa mayorista de computo.
Mi mamá (que por esos entonces se había “animado” a tener otro hijo”) me pidió que la supliera durante 3 meses en su licencia maternal, dando clases de derecho laboral, relaciones humanas y derecho fiscal en el CBTis, y en base a engaños me convenció y me lanzó a los leones, ¡sin ningún tipo de curso introductorio a la docencia!
A mediados de la licencia me ofrecieron unas horas de inglés (porque alguien se acordó que yo había vivido en Inglaterra) y acepté. Así comencé esta bella profesión, aunque en muchas ocasiones me sentí desesperada y con ganas de salir corriendo y no volver.
Recuerdo, y permítanme que les cuente esta anécdota, que cuando iba a comenzar a cubrir la licencia, había ido a Mérida a recoger unos papeles a la Universidad y de regreso viajé junto a un señor con el que platiqué mucho de mis inquietudes y temores ante el reto de dar clases, y el me animó para que aceptara. Recuerdo que le dije que el miedo más grande que tenía era que me sentía muy joven y para nada era un buen ejemplo para mis alumnos (en ese entonces fumaba mucho y me gustaba salir de fiesta), y creía (y todavía creo) que un maestro debe ser un modelo de conducta a seguir. No les hago largo el cuento que cuando fui al día siguiente a aceptar el trabajo, resultó que ese señor era el nuevo director de mi escuela y cuando llegué me dijo: “ya le estaba esperando, bienvenida”.
Creo que la satisfacción más grande que siento es cuando llego a algún hospital o empresa y me atiende algún ex alumno, que me saluda con cariño y recuerda detalles de mis clases y mis comentarios personales. En cuanto a insatisfacciones, bueno, yo creo que como muchos compañeros, quisiera que mi cheque quincenal estuviera más “gordito”, pero de ahí en fuera creo que todo lo que viene de los jóvenes es muy valioso y positivo. Te recargan las pilas cuando andas bajo de energía, te hacen reír cuando andas triste o enojado, te recuerdan que eres joven de corazón cuando te sientes “adulto”.
El trabajar con los jóvenes ha sido una fuente de inspiración para seguir capacitándome y estar al día en los aconteceres de la vida. Tuve que empezar a ver programas juveniles y escuchar sus canciones para usarlos como referencias en mis clases y hacerlas significativas para ellos.
Reconozco que durante muchos años el dar clases era mi hobbie, un pasatiempo. Fue hasta hace casi 6 años que nació mi hijo, que reconsideré mi profesión de docente y decidí dedicarme de tiempo completo a la escuela. Siempre he creído que cuando te decides a hacer algo, debes prepararte para hacerlo lo mejor posible, por eso comencé a estudiar y prepararme para ser mejor maestro. Tomé un Máster en Educación y luego la Maestría en Ciencias de la Educación y asistí a todos los cursos que nos daban en el CBTis.
Es muy grande el compromiso y la responsabilidad que tenemos los maestros del nivel medio superior, porque no es suficiente el conocer nuestras asignaturas, también debemos estudiar metodología, didáctica, tecnología educativa, orientación educativa, entre otras cosas necesarias para poder desempeñar nuestra labor.
Nuestros alumnos se encuentran en una edad muy difícil, en la que deben tomar decisiones muy importantes sobre su futuro y nosotros tenemos que estar ahí para poder orientarlos hacia lo que sea mejor para ellos. Creo que de muchos de nosotros depende que un joven se dedique al estudio y el trabajo, o se tiré a los vicios y al delito.
Quiero terminar con las palabras de José Martí: “Todo hombre al venir a la tierra tiene el derecho a que se le eduque y en pago el deber de contribuir a la educación de los demás”, sigamos entonces compañeros, cumpliendo con nuestro deber.
Saludos
Martha Z.